Paseaba por una
calle de mi ciudad cuando un hombre de lo más normal, con barba de dos días y
pantalones cortos hablaba por teléfono en un tono excesivo para la calle con
poca gente. Alguien parecía haberle pedido consejo sobre la posibilidad de
contratar o no contratar a un número indeterminado de personas para su empresa.
El orondo
hombre del pantalón escaso le respondía contundentemente.
—Mira, por
mucho trabajo que tengas hoy, si no tienes EXPECTATIVAS de demanda en el medio plazo, NO contrates a
nadie. Y hoy no hay expectativas de nada.
Lentifiqué el
paso, pero la contundencia en sus palabras iban por el mismo camino de “la
expectativa” simple y clara. En media docena de palabras había dado una lección
de economía que los ministros no saben entregarnos ni aplicarse.
En estos
momentos la sociedad tiene miedo, complejo o banal, cierto o inventado, pro
miedo al futuro. El miedo no siempre produce temor enfermizo, pero casi siempre
produce paralización.
Los
ciudadanos tienen más dinero del que parece, pero no consumimos por varios
factores, siendo el principal el temor a lo que nadie sabemos si vendrá o no
vendrá y en qué consistirá. Los políticos deben sobre todo trasmitir seriedad,
tranquilidad, serenidad en sus decisiones, lógica social para que no se rompa
la baraja y soluciones que funcionen. Y hoy esto no se está haciendo.